No enrolar

Lo que hay que saber

  • Inspirar a otros a comprometerse con una acción, en este caso asistir al entrenamiento, se convierte en un espejo poderoso que refleja nuestra capacidad de liderazgo y autenticidad.

¿Prefieres no enrolar? ¡Fantástico! Hacer las cosas a tu manera tiene su encanto y merece reconocimiento. Pero, seamos honestos: ¿te está funcionando? Hoy quiero invitarte a reflexionar sobre el significado de no enrolar, su impacto y, sobre todo, lo que realmente significa enrolar en cualquier dinámica de vida.

libro sobre enrolamiento

El miedo detrás de la resistencia

Leí una frase que me impactó: “No tienes miedo a las alturas, tienes miedo a caerte”. Me hizo pensar: muchas veces no tememos intentar algo nuevo, sino enfrentarnos a la posibilidad de que los resultados no sean lo que esperamos. Este miedo subyace, consciente o no, en nuestra resistencia al enrolamiento. En su esencia, no es el acto de enrolar lo que evitamos, sino el feedback que podríamos recibir sobre quiénes somos y cómo nos perciben los demás.

En el contexto de los talleres de liderazgo, el enrolamiento suele ser uno de los mayores desafíos. Inspirar a otros a comprometerse con una acción, en este caso asistir al entrenamiento, se convierte en un espejo poderoso que refleja nuestra capacidad de liderazgo y autenticidad. Por eso, muchas veces, preferimos no enrolar.

Enrolar vs. no enrolar: más allá de las apariencias

El enrolamiento no es simplemente “convencer” o “persuadir. Se trata de inspirar a otros a actuar comprometidamente por algo que tiene valor para ellos, no para nosotros. Sin embargo, nuestra resistencia al enrolar puede provenir de un lugar más profundo. Nos decimos a nosotros mismos frases como:

  • “No soy vendedor, esto no es para mí.”
  • “Me siento utilizado.”
  • “No quiero presionar a nadie.”
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Estas afirmaciones suelen ser mecanismos de defensa que nos protegen del temor a un posible rechazo. Porque, ¿qué pasa si las personas de nuestra vida no ven nada valioso en lo que les estamos proponiendo? En lugar de enfrentar esa posibilidad, evitamos enrolar. O peor aún, caemos en lo que podríamos llamar “enrolo-y-miento”, una forma de actuar que simula enrolar, pero que en realidad encubre nuestras inseguridades.

¿Qué significa realmente enrolar?

Enrolar no tiene nada que ver con ti. No se trata de convencer a alguien para cumplir una meta personal, ni de llenar un taller o programa. Enrolar es inspirar. Es mostrarle a alguien una posibilidad valiosa para su vida, algo que podría transformar su presente y abrir nuevas puertas.

Cuando decides no enrolar, en el fondo podrías estar evitando saber cómo los demás perciben tu propio proceso de transformación. Porque enrolar es, al fin y al cabo, un reflejo de quién estás siendo. Si otros no se sienten inspirados por ti, es una invitación a preguntarte qué aspectos de tu liderazgo o autenticidad puedes trabajar.

¿Por qué no enrolar puede estar limitándote?

Decidir no enrolar, aunque parece una elección “libre”, a menudo responde a patrones de resistencia. Aquí hay algunas razones comunes por las que preferimos no enrolar:

  1. Temor al rechazo: Nos preocupa que las personas a las que invitamos no valoren lo que estamos ofreciendo.
  2. Inseguridad personal: Dudamos de si realmente estamos viviendo lo que predicamos.
  3. Falta de compromiso: Nos resulta más cómodo evitar el esfuerzo que requiere inspirar a otros.
  4. Miedo a perder relaciones: Tememos que nuestras invitaciones sean malinterpretadas y afecten nuestras conexiones personales.
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Reflexionar sobre estas razones puede ser un primer paso para desbloquear las oportunidades que se esconden detrás del enrolamiento.

El impacto positivo de enrolar

Cuando decides enrolar desde un lugar auténtico, suceden cosas increíbles. Inspiras a otros no porque los estás “convenciendo”, sino porque ven en ti algo que ellos también desean para sus vidas. Enrolar no es un acto de imposición, sino una invitación a la posibilidad.

Al final, enrolar y no enrolar son decisiones que reflejan cómo queremos relacionarnos con el mundo y con quienes nos rodean. Si eliges no enrolar, está bien, pero pregúntate: ¿estoy evitando algo que podría llevarme a crecer como persona y como líder? Piénsalo.

Bernardo Villar
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